Con un marco no inferior a 10.000 almas, una puesta escénica brillante que comenzó con el Ballet General Paz y una suite latinoamericana excelentemente lograda, mas la puesta en pantalla del video que cada noche abrió el festival de una edición impecable de Rodrigo Visciglia, a la que se sumó la conducción una vez mas de “escuela” de Marcelo Roberrton y Horacio Burgueño, la noche de cierre del Festival de Fortines inscribió sin lugar a dudas – con el respeto por opiniones disidentes – su velada mas resonante en sus trece años de vida.

Y es que brillaron Awen (ex Tiempo Joven) y Dipi Carabajal, pero si algo faltaba para reconocer el pináculo que hoy ocupa en el cancionero popular argentino Abel Pintos, esa noche no quedó margen para seguir dudando. Es el REY. Y con mayúsculas. Porque sigue siendo popular. Atendió y aceptó mas de 200 fotos con fans en la tarde en la residencia donde se alojó. Porque llegó al festival y hasta casi venciendo a la “incomprensible y lamentable” seguridad privada que dispuso la organización (y que toda la noche solo le complicó la puesta del festival) Pintos atendió a la prensa y a los que, simulaban serlo, pero a los que les habló mas de media hora mientras los flashes iluminaban la sala. Y despues… Un show que supera la capacidad calificativa de este periodista. Porque Pintos logra que la platea ingrese en un extraño trance, donde pareciera poseer a cada uno de los presentes. Imposible compararlo. Es el mejor. Y casi por lejos. Cantó, bailó. Hizo expresión corporal como el mejor. Escuchó.
 

Fuente: Grupo Tiempo Digital